¿Qué es el ESP y cómo funciona?
Puede que de todas las ayudas electrónicas que se han desarrollado en los últimos años, la del ESP sea la que mayores beneficios en lo que a seguridad se refiere haya dado a los conductores de todo el mundo.
Hoy en día, casi cualquier agencia encargada de valorar la seguridad de los vehículos y organismos oficiales como la propia DGT recomiendan comprar y conducir solo coches con ESP, y es que la reducción de las cifras de accidentes que ofrece el control de estabilidad es algo a valorar de forma muy positiva.
Pero el ESP no es una pieza ni un sistema que actúe de forma separada a otros como el ABS o el control de tracción, por lo que hay que comprenderlo bien.
Resumen :
Cómo funciona
Lo primero que hay que tener claro es que el ESP está siempre activo sin que el conductor tenga que hacer nada en absoluto. Los sensores son los componentes que primero hay que tener en cuenta al tratarse de los que determinarán si el sistema tiene que entrar en acción o no.
De forma muy general, esta ayuda a la conducción consta de tres grupos de sensores. Uno en la dirección, otro encargado de medir el giro de la rueda y otro que se encarga de asegurar el ángulo de giro de la misma. Las mediciones se realizan unas 25 veces por segundo y tienen un claro objetivo: asegurar que el coche sigue la dirección que el conductor está señalando desde el volante.
Todos los sensores están controlados por un microordenador que se encarga de procesar la información recabada por ellos y que puede actuar de forma casi instantánea debido a esas numerosas lecturas que hacen los sensores.
En el caso de ser necesario, el ESP se acompaña de un grupo hidráulico que actúa sobre los frenos, el par motor y otros elementos del vehículo, todo ello para conseguir que la estabilidad no se pierda en ningún caso.
¿Por qué es tan importante?
Antes de su aparición, los vehículos, especialmente los coches, corrían el riesgo de derrapar o de perder la dirección por distintos motivos como podían ser los cambios bruscos de sentido o los acelerones y frenazos demasiado intensos.
Estas situaciones se traducían de forma directa en accidentes de todo tipo. El sistema que hemos descrito antes fue el que vino a poner fin a este tipo de incidentes en la carretera desde que se estrenó en 1995 en la automoción comercial.
Desde entonces, se calcula que el 80% de los accidentes por derrape se han reducido. Estas cifras son más que considerables y tienen un correlato exacto en lo de evitar muertes en las carreteras, por lo que no es de extrañar que, como señalamos antes, las principales figuras de la seguridad vial aconsejen el ESP en todos los vehículos.
Otros usos
Pero el sistema ESP también ha conseguido que los coches puedan incorporar otras medidas de ayuda a la conducción al margen de las que hemos descrito hasta el momento.
Por ejemplo, los vehículos que incorporan este sistema suelen tener también control de ascenso en pendientes que impide que el vehículo retroceda cuando se va a reanudar la marcha en una pendiente.
El secado de los discos de freno, la mejora en la estabilidad de los remolques y otra serie de aspectos similares han sido posibles gracias al desarrollo del ESP y a su incorporación en casi todos los vehículos modernos.