Prueba de alcoholemia

La prueba de alcoholemia es una de las más comunes en las carreteras de todo el mundo. Desde que se estableció la relación directa entre muchas conductas temerarias en la carretera y el consumo de alcohol, los agentes de tráfico son especialmente vigilantes con que no se conduzca bajo los efectos de esta sustancia.

Para detectar posibles casos, se instalan en las carreteras controles de alcoholemia en los que se llevan a cabo pruebas que están perfectamente reguladas, por lo que todo conductor debe saber cómo se van a producir éstas.

Índice:

Agente de tráfico

El control de alcoholemia

Antes de llegar al momento en el que se va a realizar la prueba en sí, hay que pasar por el control. Como se sabe, éstos se pueden instalar en cualquier lugar de las carreteras, por lo que es posible encontrarlos tanto dentro de las ciudades como fuera.

El control de alcoholemia estará perfectamente señalado para que los conductores lo puedan ver con antelación. La parada en los mismos es obligatoria, aunque no siempre se hacen las pruebas. Esto depende del criterio de los agentes que estén llevando a cabo el control.

Los agentes tienen la misión de filtrar a los conductores que deben someterse a la prueba y los que no. Esto no sigue ninguna pauta fija y depende del criterio personal de cada agente, aunque la mayoría de las veces sigue algunos aspectos fijos que las autoridades tienen en cuenta.

Si un agente señala a un conductor que debe detenerse y someterse a la prueba, éste no podrá negarse. En caso de hacerlo, se le sancionará con la multa más alta para los casos de conducción bajo los efectos del alcohol y se inmovilizará el vehículo. Aparte, si el conductor se da a la fuga, sufrirá las consecuencias correspondientes.

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¿Cómo es un test de alcoholemia?

La prueba para determinar si un conductor ha consumido alcohol tiene varios pasos.

El primero se lleva a cabo sin abandonar el interior del vehículo en ningún momento. El agente dará al conductor un etilómetro de mano que determina el nivel de alcohol en aire respirado, algo para lo que se tiene que soplar en el dispositivo.

En caso de dar negativo en la prueba, el conductor podrá seguir su camino sin mayores contratiempos. Sin embargo, si este dispositivo da como resultado un nivel de alcohol superior al permitido, entonces habrá que someterse a una segunda prueba.

La segunda prueba se lleva a cabo con un etilómetro de precisión. Éste estará instalado en un vehículo situado en el mismo control, por lo que el conductor tendrá que desplazarse hasta el mismo. Este dispositivo es mucho más preciso que el modelo de mano, por lo que confirmará o desmentirá el primer positivo.

En caso de que el nivel de alcohol siga rebasando los límites legales, las autoridades procederán a imponer la sanción correspondiente. Eso sí, incluso tras la segunda prueba, el conductor puede solicitar una tercera. Si lo hace, esta ya no se llevará a cabo con un etilómetro, sino que conlleva un análisis de sangre que se presenta como la prueba más efectivas de todas y cuyos resultados son completamente definitivos.

Cabe recordar, para terminar, que los niveles de alcohol permitidos varían dependiendo de la situación del conductor. Para alguien que no sea profesional de la conducción, este límite está en 0,25 mg/l en aire espirado. En el caso de los conductores que sí son profesionales, el límite se reduce hasta 0,15 mg/l en aire respirado. La tasa de alcohol permitida para conductores noveles será la misma que para los profesionales.